sábado, 12 de octubre de 2019

El disco/Manifiesto del orígen/Ubicación histórica

 


                                                                   EL DISCO

Los artistas que aglutina esta recopilación no fueron un colectivo estilístico ni una corriente musical específica que pusiera banda sonora a la situación. Tampoco un movimiento contestatario ni marginal del que testigos coyunturales decidieran que mereciese la pena levantar acta en su momento. Les unen los únicos denominadores comunes de haber coincidido en el tiempo en un circuito alternativo extremo y el inquietante dato de no haber dejado rastro alguno tras su disolución. No estuvieron en el lugar ni en el momento adecuado de nada para hacer historia, sencillamente no estuvieron.
Sólo con la perspectiva del tiempo y al coincidir en una recopilación póstuma acotada en ese trienio se les podría englobar como una microescena que nunca existió como tal. Su efímero paso por los casi improvisados escenarios de la ciudad fidelizaron a un público muy minoritario y dieron sentido a un pasajero circuito suburbanita.
Su mérito retrospectivo radica en que una serie de bandas pusieron a prueba los radares inquietos en momentos adversos. Una cofradía errante en el tiempo que pasó desapercibida incluso en redes. Una minúscula corporación de la que muy pocos se acuerdan y que sin pretenderlo calibró en un momento concreto las dioptrías del alma de una ciudad revelando un sintomático diagnóstico. Con ustedes;
Valencia miope.

"Lo imperfecto informa más" 
(Mariví Ibarrola. Fotógrafa)






MANIFIESTO DEL ORIGEN

Durante un breve período de la pasada década tuve el placer de llevar a cabo una breve incursión en una de mis pasiones. El siempre mágico mundo de la radio llamó a mi puerta con una propuesta del periodista Raúl Tamarit  para radio Mislata sin sospechar que años más tarde esta experiencia me seguiría dando sorpresas y satisfacciones varias.
En esos meses tuve una sección musical semanal dentro de un programa diario conducido por el propio Tamarit y la también periodista Ángeles Hernández en la que escogía un tema más o menos de actualidad y seleccionaba una serie de canciones que aludían a ello creando una especie de banda sonora paralela al asunto elegido. Durante esa franja unía la música, la historia y la palabra en un cocktail radiofónico que ocupaba esos Minutos magnéticos (nombre del programa en cuestión). Pero curiosamente fue otro subapartado de la emisión el que con el paso del tiempo resultó ser el motor de este recopilatorio; La improvisada difusión de la agenda cultural más underground de la ciudad de Valencia paralela a la programación oficial y en papel del momento. 

La crisis económica y cultural agudizó el ingenio y el oportunismo general; Galerías de arte, asociaciones culturales, espacios de coworking, restaurantes con pequeño escenario, teatros reabiertos de forma semiclandestina, pisos particulares con terrazas amplias, tabernas de licencia arriesgada, salones de reuniones vecinales (que no casales falleros) centros sociales esporádicos con fecha de caducidad, bares de barrio de salón diáfano a puerta cerrada, hasta guarderías que ampliaron su programación para los no tan niños,...todos comenzaron a programar actividades de forma más intermitente al principio pero creando a medio plazo una agenda regular que fidelizó a un público minoritario inquieto y dispar.

En el tiempo en el que duró mi intrusismo tuve el placer y la sorpresa de recibir en la emisora (y fuera de ella) algunas maquetas y álbumes de varios grupos y solistas las cuales por supuesto escuché y con cuyos creadores contacté personalmente además de verlos en concierto. Sin pretenderlo me vi como un dinamizador de juguete en una radio local a la cual una serie de artistas de muy diferentes estilos y procedencia se tomaban la molestia de hacer llegar sus canciones y las fechas de sus shows. Algunos de ellos, como he dicho, en lugares semi clandestinos o habilitados para la ocasión, como si de una emisora partisana llamando a la resistencia se tratara. Me resultó muy gratificante vivir, desde dentro esta vez, el poder que tienen las ondas como mítico canal de promoción y difusión.

Pasados los años y tras una mudanza me reencontré con una caja repleta de grabaciones de ayer y anteayer, así que repasando los CDs del recuerdo observé que algunos de aquellos artistas han crecido y se han hecho un nombre en la escena local, otros se han ido diluyendo con el tiempo, otros han mutado en otras bandas dejando la gran mayoría en la red su legado musical... Sin embargo haciendo criba despiertan mi atención sobremanera y me inquietan una serie de grupos que por una razón u otra han desaparecido sin dejar rastro y cuya única prueba sonora de su paso por el mundo de los mortales fueron CDs que me hicieron llegar con varias o incluso una única canción.
La no herencia digital de estos grupos unido a su corta vida y algún episodio de malditismo tejieron el halo de misterio que despertó mi curiosidad y me empujó a recopilar en un mismo cartucho esas canciones sacándolas del cajón (y nunca mejor dicho). Canciones aglutinadas con un denominador común que reafirmaba y animaba mi misión de rastreo de música perdida en el tiempo.

Investigando y cotejando fechas descubrí que aquellos grupos estaban cronológicamente acotados en el mismo corto período. Eran de alguna manera la banda sonora subterránea de una época difícil para todos en general y la cultura en particular. Hablo de la manida crisis económica y de algunos años en concreto. Esos grupos hicieron ruido bajo tierra en el período 2.009 - 2.012 aproximadamente. Después, su total evaporación sin dejar más rastro que dichos CDs (alguno sin ninguna carátula) que enviaron por correo al mundo o entregaron en mano.

Como si de un ejercicio de memoria histórica musical se tratase desenterré de la cuneta del olvido esos temas formando una familia de piezas perdidas cuyo rescate tenía su justificación y su coherencia, al menos para mí, por lo excitante de la misión y por supuesto por el conjunto resultante. A la par recopilé testimonios, fechas, contacté con miembros de las bandas, también con garitos y algunos gestores con quien desempolvar algún cartel y recuperar material digital perdido, algunas fotografías remotas y datos de crédito así como un escueto anecdotario que contribuyese a completar la recopilación.

Estos factores me invitan a pensar en ellos como una minúscula anti escena local desde el más profundo subsuelo. No tenían ni mucho menos el peso de otros movimientos histórico-culturales como la No wave neoyorquina, la electrónica berlinesa de los noventa, la Two Tone británica, los años dorados del kraut rock alemán, el surgimiento del RRV (rock radical vasco), el Trip hop y el sonido Bristol o la Movida madrileña. Ni siquiera algo aparentemente menor como el Xixón sound, el rock pastor yugoslavo, el Bravú galego o  Il Grande Complotto de la italiana ciudad de Pordenone. Hablamos de algo borroso, breve y diminuto pero con cierto nivel de autenticidad y una ingente aura de misterio.

Aunque estos grupos coincidieron en un espacio-tiempo crítico y convulso y se dieron cierta cobertura no llegaron en su momento a cuajar como un movimiento que trascendiera ni que despertase el radar cultural oficial, pero de algún modo para mí reúnen los ingredientes para constituir el reflejo sonoro de las catacumbas de una ciudad en tiempos de crisis. Y les tocó a ellos.

Para eso, como si de un programa más de Minutos magnéticos se tratase, vuelvo a poner en las ondas con el consentimiento y gratitud de la mayoría de las bandas, un puñado de canciones y un pedazo de la historia musical reciente totalmente desconocida u olvidada fruto de mi breve relación desde la radio con aquella agenda de dispares propuestas. Valga este recopilatorio como ejercicio de arqueología y como reconocimiento a esa fauna freak que por su total invisibilidad y lo intrigante de su legado se han ganado a pulso asomarse a la superficie. 

"La cultura oficial te la encuentras, el underground debes ir a buscarlo"
(Frank Zappa)




                                                      UBICACIÓN HISTÓRICA

Fueron unos años en los que la ya castigada cultura vivía momentos difíciles. La crisis económica estaba golpeando duro y como tal puso a prueba a todos los sectores. El cierre de varios locales, el costumbrismo extremo que miraba hacia otro lado, la desconfianza en el futuro inmediato y el miedo frente al desmorone invitaron a replantear (y reafirmar) prioridades. Ya no valía echar la culpa a décadas de gobierno autonómico conservador ni a la crisis de la industria del disco físico ante la revolución digital. Las situaciones límite sirven para poner en relieve las actitudes y esta lo fue. Ante el pánico y la desidia surgieron la espantada y el quiero y no puedo primo hermano de la chapuza, también se le vio el plumero a quien estaba en el asunto por la pose, la picaresca o querer sacar tajada incluso del pasar la gorra en los eventos como antesala de un posible corralito que estaba maleducando a la población. Oportunistas que ante la precariedad cultural general especulaban con el arte disfrazados de alternativas salvadoras y con falsa actitud de emprendedores salvapatrias. La desidia y la falta de educación respecto a la cultura se manifestaban también en el público medio. 
Por otro lado se agudizó cierta remota rebeldía y flotó un humor ácido con aires de resignación y escepticismo. mostrando un panorama tan incierto como revelador. 

La ecuación era sencilla; El desplome de sellos y oficinas de management, el cierre de salas y negocios del disco y la lógica ausencia de riesgo unidos a los tentáculos de la zona de confort eran factores que mermaban la reacción y la lucha cotidiana necesarias para iniciar cualquier revolución. Como mucho el eterno arte del aguante en forma de células de resistencia y con dificultades para sacar la música de los ghettos amén de la constante incertidumbre en el aire. Un período crítico de nuestra historia reciente que nos estaba enseñando los dientes.

Sin querer parecer apocalíptico, (de hecho sobrevivimos a aquella recesión, incluso habiendo aprendido algún paso de baile nuevo), un país en el que la cultura está denostada, que se enfrentaba a una crisis económica que agitó el avispero y además viene de otra crisis en el ramo discográfico reúne una serie de premisas que lo pintan más difícil para nuestro sector. La potestad del bienestar relegó aún más cualquier iniciativa a un segundo plano. Y en concreto en Valencia ciudad  se moldeaba un caldo de cultivo cómplice de la cultura del meninfotisme

Señalar con cierto agrado que también fueron años de convulsión y movimiento con su transitorio impacto sociológico. Un período de lucha, reinvención y reacción que nutrían de carbón a la imparable máquina de la creación, aunque de exigua trascendencia y casi nula exportación. Tiempos de apertura de puntos de encuentro y espacios adaptados para una difusión cultural minoritaria, casi de barrio, pero motor de reacción que con la perspectiva del tiempo argumentan la pequeña antología de bandas, artistas y lugares clave en el mapa subterráneo de la Valencia entre 2009 y 2012 que congrega este libreto álbum. 

"El grupo de mi pueblo es mejor que el del tuyo"
(Roberto Moso -Zarama-)